¿Cómo empezó productos Joyce?
La idea, la verdad, me la dieron tres personas: mi suegro, el abuelo Roberto y mi hermana Flory. Yo andaba buscando un negocio y estaba pensando en unas máquinas para tejer suéteres; ellos, por su cuenta y en momentos distintos, me dijeron que por qué no me dedicaba más bien a hacer ponqués y galletas que eso sí los hacía bien y ricos. Les hice caso y arranqué a ver qué pasaba.
¿Cuál fue la primera venta?
El primer ponqué se lo vendí a mi amiga Sylvia Simhon en noviembre de 1971, poco después le vendí un ponqué de coco a una salsamentaría que creo que se llamaba La Riojana, o algo así. Pasaba una o dos veces diarias con mi cuñada Linda para ver si lo habían vendido.
¿Y lo vendieron?
Sí, como a los tres o cuatro días. Qué alivio que me dio, desde ahí me animé y empecé a vender ponqués desde mi casa. Empecé en mi cocina y les vendía a mis amigas y a conocidos, después me tuve que pasar al garaje porque se regó la bola. Me acuerdo que mi suegra Hester fue la que me regaló mi primera batidora ¡y con un aspa rota!
¿Y desde ahí qué pasó?
Bueno, cuando me pasé al garaje compré un hornito de dos pisos para pizzas y dos batidoras Kitchen Aid porque no me alcanzaba la plata para más. En ese momento Jacko, al ver mi entusiasmo, me dijo: “Lo que tú fabriques, yo lo vendo.” Y así fue.
El primer cliente fue Carulla. ¡Esa historia es divina! Jacko llevó muestras como tres semanas seguidas y nada que le daban una respuesta. Un día resolvió irse a la junta de Carulla, se fue con su secretaria y llegó con una neverita que tenía una botella de whiskey, una de vino y dos muestras de ponqués de cada sabor; interrumpió la junta y les dijo que no iba venderles ponqués sino whiskey y vino, ellos se reventaron de la risa y le confesaron que no le habían dado razón porque se comían las muestras antes de llegar a la junta. Esa vez sí llegaron las tortas a la junta, las probaron y ahí mismo quedaron aprobadas para ser vendidas en Carulla.
El primer pedido fue de más de 100 tortas, pero se les olvidó decirnos que eran para despachar dentro de los siguientes quince días, entonces batí y horneé toda la noche hasta con despertador. Al día siguiente a Jacko le recibieron como veinte tortas, él no tuvo el corazón de volver a la casa con ellas y se fue a todas partes a ofrecer muestras. Así fue cómo comenzamos a trabajar con Colsubsidio y Cafam.
La versión de jacko…
En el año 1971, cuando Joyce empieza a hacer pastelería, yo le propuse que si ella hacía los productos yo los vendía; a lo que ella me contestó: “¿Tú crees que yo no soy capaz?” Al día siguiente teníamos diez muestras y yo, una vez metido en la encrucijada y sin saber cómo salirme, tenía que respetar mi palabra, no podía echarme para atrás. Entonces cogí un carrito que mi papá me había dejado y me fui a dejar muestras y así comenzó el negocio en la cocina de nuestra casa.